Lo importante no es saber cuando podemos mirar a una persona a sus ojos, si no saber descubrir la magia que hay en ellos...

domingo, 10 de marzo de 2013

Capítulo 15: La caseta de Klaynn

Indara se despertó de golpe. Se había quedado dormida, al igual que todos nosotros. Nos miró a todos por encima, para ver que estábamos sanos y salvos, pero se llevó una gran sorpresa. En el suelo solamente estaba Dylan aún dormido, con la espalda apoyada en un grueso tronco de árbol, y se habían despertado en un sitio completamente distinto en el que se habían quedado dormidos. Indara se levantó de un salto y se fue corriendo a despertar a Dylan.


-Dylan -dijo Indara cogiendo a Dylan por los hombros y moviéndole-, ¡Dylan despierta! ¡Caroline y Christine han desaparecido!


Dylan abrió los ojos como platos al oir a Indara. Se levantó rápidamente y miró a su alrededor, comprobando que lo que acababa de salir de la boca de Indara era cierto. Dylan lanzó una mirada de preocupación a Indara, la cual recibió de vuelta de parte de Indara.


-¿Dónde están? -exclamó Dylan, practicamente gritando-. ¿¡Dónde están Christine y Caroline!?


Indara le puso la mano en la boca a Dylan, obligándole a callarle.


-No grites tanto -susurró Indara-, aquí puede haber alguien mirándonos. Aquí los árboles tienen ojos, todo este bosque está lleno de espías mandados por los magos oscuros.


Dylan estaba sudando. Asintió con la cabeza rápidamente e Indara apartó la mano de su boca. Dió un paso hacia delante, pero Dylan la retuvo por el brazo.


-¿Tienes alguna idea de donde pueden estar? -dijo Dylan ya más calmado, pero aún se podía notar ese toque de nerviosismo en su voz.


-No lo sé -contestó Indara mirando al cielo. Se habían quedado dormidos alrededor de las nueve de la noche, y por el orden de las estrellas en el cielo, Indara podía deducir que ahora mismo sería la una de la mañana, aproximadamente-. Pero no creo que estén muy lejos, solo han pasado dos horas.


En Dahelya, el sistema horario no era el mismo que en la Tierra. No existían ni las once y doce de la mañana ni de la noche. En Dahelya, solo había veinte horas, por lo que el día era más corto. Avanzaron lentamente por el bosque. La varita de Indara iluminaba un poco la zona por donde caminaban.


-Agárrate a mi mano -dijo Indara ofreciéndole la mano a Dylan-, no quiero que te pierdas. Cualquier cosa puede arrastrarte con ella si no estás seguro.


Dylan cogió su mano sin dudarlo ni un momento. Sabía que Indara era una maga excelente, y que si iba aferrado a ella, tendría más posibilidades de salir de cualquier trampa de este bosque tan... oscuro.


*     *     *     *     *     *


Jake avanzaba ágilmente con una daga en la mano por el bosque. Cuando se encontraba a tan solo unos metros de la caseta de Klaynn, la guardó entró dentro. Cerró la puerta sigilosamente y pasó al salón. Estaba Klaynn encendiéndo la estufa para calentar la pequeña caseta de piedra que Klaynn construyó hace tiempo para vivir en ella.


-¿Ya han despertado? -preguntó Jake. Se sentó en un pequeño sillón que estaba al lado de la estufa.


-No... Aún no... -dijo Klaynn con voz ronca- Siguen dormidas...


Jake asintió y se fue a una habitación. Abrió la puerta lo más despacio que pudo, para no hacer ruido. Andó sigilosamente y destapó las sábanas de una de las camas de la habitación.


-Caroline -dijo en un susurro-, despierta...


Abrí lentamente los ojos, al ver a Jake, sonreí y me lancé a sus brazos.


-¡Jake! -dije abrazándole con fuerza-. ¿Dónde estamos?


-Ssssh -dijo abrazándome él también con fuerza-, no hables tan alto -dijo señalando a la otra cama-. Estamos en la caseta de Klaynn. Te encontramos a tí y a Christine dormidas en medio del bosque y no podía dejaros ahí solas. Os cogí y os traje aquí.


-Muchas gracias Jake -dije aún sin soltarme de él, y hablando en susurros-, pero... ¿dónde están Indara y Dylan?


-No lo sé -dijo con un tono de voz más apagado-, los estuve buscando pero no los encontré.


Me separé de Jake y me volví a tumbar en la cama, mirando a Jake a sus ojos verdes intensos. Me quedé un rato en silencio, pensativa, mientras me aferraba a la mano de Jake con fuerza, como si cuando le fuese a soltar me fuese a caer. El corazón me iba a mil por hora, se podían oir mis latidos por toda la habitación, o por lo menos, eso me parecía a mí.


-¿Quieres que te deje descansar un poco más? -dijo Jake levantándose.


-Por favor -contesté sonriendo, cansada.


-Bien -dijo dándome depositando un beso en mi frente-, descansa.


Cerré los ojos e intenté dormirme, pero no podía. Los latidos de mi corazón me rebotaban en la cabeza y estaba muy, muy nerviosa. Intentaba tranquilizarme, diciéndome a mí misma que si estaba Jake a mi lado, podía dar por hecho de que iba a estar segura, o por lo menos eso era lo que yo pensaba. Me acurruqué en la cama y me hice un ovillo, metiendo la cabeza entre las rodillas y rodeándome con las manos. Así conseguí dormirme...


*     *     *     *     *     *


-¿Se lo has dicho ya? -preguntó Klaynn cuando vio venir a Jake de la habitación.


-No, aún no -contestó Jake-. Quiero que, por lo menos, duerman una noche tranquila.


-Está bien... -habló Klaynn entre tosidos- Pero que no pase mucho tiempo... lo tienen que saber cuanto antes... ellos... se están acercando...


Jake afirmó con la cabeza y se volvió a acomodar en el sillón. Después, se puso la mano en la frente y suspiró.


-Creo que sería más acertado que fueses tú quien les dijese la noticia, tú eres quien sabe más del tema, ¿no crees?


Klaynn carraspeó y se dispuso a hablar.


-Vale pero... tú también deberás explicarles... qué deben de hacer cuando... -tosió fuertemente, tanto que retumbó por toda la habitación- cuando estén solas... Tienen que saber que no siempre vamos a poder... poder estar... a su lado...


La voz ronca de Klaynn cada vez iba siendo más apagada. Sus ojos de color miel ya no expresaban todo lo que él quería expresar. Klaynn era muy débil, era ya tan, tan viejo que hasta la magia se le iba de las manos.


-Creo que tú también deberías pasar una noche tranquila -dijo Jake ayudando a Klaynn a ponerse de pie-. Yo me quedaré en guardia esta noche.


Entre sus múltiples arrugas que cubrían su rostro, un pequeña sonrisa apareció entre estas.


-Muchas gracias Jake... eres muy amable...


Jake sonrió y le ayudó a andar hasta su habitación. Se tumbó en la cama y se quedó dormido en unos pocos segundos. Jake cerró la puerta lentamente y se volvió al salón. Se sentó junto a la hoguera y se quedó allí, esperando a que la noche fuese tranquila, y que no hubiese pasado nada cuando los rayos del sol de la mañana entrasen por la ventana del salón.


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