Lo importante no es saber cuando podemos mirar a una persona a sus ojos, si no saber descubrir la magia que hay en ellos...

viernes, 5 de julio de 2013

Capítulo 19: El Portal

Al pronunciar las palabras que el libro indicaba, varios halos de luces se formaron delante mía, a unos cinco metros, construyendo una especie de portal mágico. Era de un color dorado con alguna que otra pinta plateada dispersa en los cientos de halos de luces del portal.


-¿Qué demonios es eso? -exclamó Christine al ver ese espectáculo tan luminoso.


-No lo sé -contestó Jonathan-, pero parece un portal.


-Y es un portal -afirmé-. En el libro hay un dibujo explicando cómo es, y es prácticamente igual.


-¿Entramos? -dijo Christine levantándose del césped-. Creo que deberíamos hacerlo, no quiero seguir pululando por el bosque sin sentido.


Volví a mirar al portal. No veía otra solución, estábamos perdidos en el bosque, pero... ¿qué se escondería tras ese dorado portal? Desde luego, podría haber cualquier cosa. Podría ser algo bueno, algo que nos salvase de todos los peligros, o podía ser algo espantoso, algo que nos hiciese temblar de pies a cabeza. pero había que arriesgarlo todo, no había más soluciones a parte de esa, así que, ¿a qué esperábamos?


-Es la mejor opción -declaró Jonathan sacándome de mis pensamientos-, pero, ¿quién entrará primero?


El silencio reinó en ese momento, a nadie le gustaría cruzar un portal que no sabes a donde te llevará, porque algo peligroso podía suceder. Desde luego, por el tono de voz de Jonathan, él no sería, y a mí no me apetecía descubrir lo que habría ahí dentro, por lo menos, no sola. Entonces mi mente relució por unos momentos, se me ocurrió la solución que no conllevaría ni discusiones ni peleas, porque si nos ocurriese algo, nos ocurriría a todos.


-Todos lo haremos -propuse yo-. Si cruzamos el portal juntos, lo que nos ocurrirá, nos ocurrirá a los tres, y si nos unimos, seremos capaces de salir del embrollo en el que nos metamos al cruzarlo. Porque juntos, somos más fuertes, más capaces de conseguirlo. Juntos somos los terrestres de la profecía.


-Pero no estamos los cuatro, Dylan no está aquí -intervino Christine.


-Da igual que falte él -protesté-, si nos unimos los tres seremos más fuertes que si fuésemos por separado, porque somos un equipo, y porque tenemos su ayuda -dije señalando el libro de hechizos con mi varita en mano-. Si hemos sido capaces de abrir este dichoso portal, seremos capaces de realizar más hechizos que nos ayuden a salir de esta.


Christine y Jonathan sonrieron ante mis palabras.


-Caroline -dijo Jonathan-, tienes razón. Entraremos juntos ahí dentro, nos enfrentaremos a lo que nos espere allí, y saldremos victoriosos.


-Juntos nada nos podrá parar -habló ahora Christine.


-Entonces, ¿a la de tres?


Jonathan y Christine asintieron y se acercaron a mí. Christine se aferró a mi mano izquierda y Jonathan a la derecha. En ese momento lancé un suspiro al aire para relajarme y hablé.


-A la de una... a la de dos -agarré más fuertes las manos de mis compañeros y lancé un último suspiro al bosque-... y a la de tres.


Los tres miramos el portal y saltamos hacia él. El portal dorado nos absorbió completamente. Los miles de halos de luz que formaban el portal se descompusieron en el aire, sin dejar rastro de nosotros ni de el portal.


*     *     *     *     *     *


-Venga hablad -dijo el pequeño hombre-. No es mucho pedir. Tan sólo queremos a los cuatro terrestres.


-Nunca -protestó Jake-, no nos rendiremos tan fácilmente. Nunca adivinaréis donde se encuentran.


-No estés tan seguro -dijo el hombre-. Muchachos, registrad toda la cabaña.


Los tres guardias que se encontraban detrás de aquel diminuto hombre empujaron a Jake y registraron todas y cada una de las habitaciones de componían la cabaña. Klaynn y Kerya observaban silenciosamente como revolvían todo, intentando encontrar a los cuatro jóvenes. En ese mismo instante, Jake suspiró desanimado creyendo que los encontrarían (menos a Dylan, él estaba en un páramo desconocido para Jake), creía que los encontrarían enseguida y que los secuestrarían.


-No están aquí jefe -dijo uno de los guardias.


-No hay nadie más aquí -dijo otro de ellos.


-Ni rastro -dijo el tercero de los guardias.


Los ojos del pequeño hombre, que debía ser el líder, relucieron de ira, mientras que los de Jake, lo hicieron de esperanza.


-Os habéis librado -farfulló el "líder"-, pero sólo por esta vez. En una semana estaremos aquí de vuelta, y más te vale tenerlos presentes. Sí no están aquí, pronto correrá sangre.


Jake no dijo nada. Esperó a que se largaran de la casa y cuando ya no se les distinguía en el horizonte, dio un portazo y calló durante los siguientes diez minutos. Se puso las manos sujetando su cabeza y cerró los ojos intentando calmarse. Le sudaban las manos de lo nervioso que estaba. Le parecía que su corazón retumbaba fuertemente por toda la sala. Pensó dónde podían estar, dónde no, y sobretodo, qué peligros tenían fuera de la casa. Pensó en todos los kerems y trasgos que podían habitar en la zona, al igual que los lettos, que eran animales voladores, carnívoros y con unas peligrosas garras, y los gostrums, que al igual que los lettos, eran animales voladores, pero estos tenían otra cualidad aún más peligrosa, éste es aún más grande, por lo que es capaz de tragarte vivo, y mucha suerte tendrías de conseguir salir de él, porque una vez engullidos, sigues vivo dentro de él hasta que te deshidratas, así que no te convendría cruzarte con una manada de gostrums.


-Jake -dijo Kerya tras pasar esos minutos-, ¿no deberían de estar aquí Caroline, Christine y Jonathan?


-Deberían -replicó Jake, frustrado-. Pero no están. Antes estaba preocupado por si los encontraban aquí, dentro de casa, pero ahora estoy preocupado por si los encuentran allá donde estén.


-¿Y qué haremos?


-No lo sé.


-Yo creo que tengo una solución -dijo Klaynn, carraspeando.


Kerya y Jake se miraron entre sí y, tres segundos más tarde, miraron a Klaynn, ansiosos por oír su idea.


-¿En qué has pensado? -cuestionó Jake.


-Se puede decir que conozco a una hechicera que se sabe el Libro de Hachizos como la palma de su mano.


-¿Quién es? -dije Kerya esta vez.


-Se llama Threalyar, pero la suelen llamar Threal.


-La conozco -saltó Kerya-, mi madre era íntima amiga suya y solía hablar con ella con frecuencia.


-Perfecto -dijo Jake, sonriente y esperanzado-. En tres días salimos a buscarla. Kerya -dijo esta vez en tono interrogante-, ¿te acuerdas de donde vivía?


-Creo que sí -contestó dubitativa-. Creo recordar que vivía en Rydmore, un pueblo muy cercano a Madbelle. No nos pilla muy lejos de aquí, quizás a dos días a pie, pero no mucho más.


-Bien - Jake se levantó como una flecha de la silla-, no perdamos demasiado tiempo. Comenzad a preparar todo lo que necesitéis para el viaje. En tres días nos vamos.