Lo importante no es saber cuando podemos mirar a una persona a sus ojos, si no saber descubrir la magia que hay en ellos...

jueves, 15 de agosto de 2013

Capítulo 20: De vuelta a...

Indara se dirigió a la puerta de salida y dejó el libro sobre una de las rejas de la ventana que se posicionaba al lado de la puerta principal de la casa.
 Agarró su varita y conjuró el hechizo que había seleccionado y pronunció unas palabras (las cuales resultaron muy extrañas a Dylan).


Para su sorpresa, no ocurrió nada y la varita de Indara dejó de relucir instantáneamente.


-¿Qué ocurre? -preguntó Dylan.


-No puedo hacer el hechizo -suspiró Indara.


-¿Por qué?


-No lo sé, es como si... no estuviesen en un lugar al que podamos acceder desde aquí, desde Dahelya -dijo golpeando repetidamente la punta de su varita con la palma de la punta de la mano, como si quisiese reanimarla con esos golpecitos.


-Y dónde pueden estar sino -dijo Dylan, incrédulo-. Es imposible que no estén en Dahelya, ¿dónde estarían...? -Dylan se percató en ese momento donde estaban.


Indara dió por hecho de que Dylan sabía a que se estaba refiriendo y se apoyó sobre uno de los muros de la casa. Se puso las manos en la cabeza y se convenció a si misma de que era una idea estúpida, que no podían estar allí, no se podrían haber teletransportado hasta que no contasen con el Libro, el cuál tenía Jake. ¿O no?


-El Libro... -susurró.


*     *     *     *     *     *


-¡Jake! ¡Mira, mira esto! -gritó Kerya.


-¿Qué quieres ahora? -contestó Jake, agotado-. Llevas la tarde entera llamándome para tonterías. Relájate, tenemos tres días, no te estreses.


-No, no -habló nerviosa-, ahora no es ninguna tontería- recalcó las palabras "ninguna tontería" imitando la voz de Jake-. El Libro, el Libro de Hechizos no está, y esa ventana no estaba abierta la última vez que entré aquí. No crees que es un poco, no sé, ¿casualidad? -recalcó la palabra casualidad con empeño.


Jake puso los ojos en blanco.


-Habrán sido los guardias, lo revolvieron todo -soltó dirigiéndose a la puerta de salida, sin darse la vuelta.


 Salió por la puerta, pero antes de irse, volvió a mirar a Kerya.


-Descansa -consiguió decir con una sonrisa cansada-, lo necesitas. Estás paranoica, han ocurrido muchas cosas, descansa -repitió.


-Pero, no me entiendes, es que les... -intentó decir Kerya a Jake, pero ya se había ido- ...vi.


Se mordió el labio inferior, pensando en como decirle que Kerya sabía por dónde se habían ido, sin que se enfadara. Si ya se lo hubiese dicho, probablemente los habrían encontrado.


*     *     *     *     *     *


Caímos torpemente sobre la arena de la playa. Jonathan y yo conseguimos mantenernos de pie al caer, pero Christine perdió el equilibrio y se cayó de lado.
Los tres miramos a nuestro alrededor.
Una tormenta de recuerdos llegó a mi mente igual de rápido que las olas de aquella playa. ¿Cómo ha podido ocurrir así de fácil? Tan sólo abrir las páginas de un libro, pronunciar lo primero que se te ocurre al leer un hechizo en dahelyano y... ¿llegar aquí?


-Esto no es Dahelya -susurró Christine.


-Esto es una playa -susurró Jonathan.


Christine y yo nos giramos para mirar a Jonathan. Enarqué una ceja y Christine soltó una pequeña risa por la nariz.


-No me digas -dijimos al unísono Christine y yo, irónicamente.


-No nos habíamos dado cuenta -Christine puso los ojos en blanco.


-Pero no puede ser -dije caminando hacia la orilla.


-¿Qué no puede ser? -cuestionó Jonathan.


-Que esta es la playa donde Jake me secuestró -Jonathan me lanzó una mirada extraña y Christine volvió a soltar una pequeña risita por la nariz.


-¿Secuestró? -rió Christine- ¿qué te hizo?


-Cuando fui por primera vez a Dahelya -comencé a recordar aquella noche-. Me bajé a la playa y de repente vi una sombra que venía hacia mí. Más tarde, no quise mirar que era y me di la vuelta. Enseguida noté algo pesado golpeando mi cabeza y me desmayé.


Christine y Jonathan me miraban con incredulidad, y lo único que hice fue poner los ojos en blanco y continuar.


-Después, aparecí en una cabaña, muy extraña por cierto, y allí Jake me explicó toda la historia de Dahelya, y bueno, el resto ya lo sabéis.


Christine me miró con incredulidad, y con la mirada me soltó un <<¿En serio?>>.


-Raro -suspiró Jonathan-. Pero esto es aún más raro, ¿qué hacemos aquí?


-Fácil -contesté-. Hemos abierto un portal y ahora estamos en La Tierra.


Me senté en la arena con las piernas cruzadas y pensé en qué podíamos hacer. Estábamos los tres en una playa, en La Tierra, sin nada para protegernos. No teníamos ni comida ni bebida, cosa que no nos preocuparía si tuviésemos el Libro de Hechizos, el cuál nos abandonamos en el bosque, ya que fuimos tan listos, y saltamos al portal sin él. Lo único que poseíamos que nos podría servir de ayuda serían nuestras varitas mágicas. Quién sabe, podríamos hacer algún movimiento de varita o pronunciar algunas palabras que habíamos escuchado de Indara y salir de esta, pero sería demasiado complicado.


-¿Alguien tiene alguna idea que nos pueda devolver a Dahelya? -dijo Christine despertándome de mis pensamientos.

 

-Podríamos volver a hacer el conjuro para volver a llegar allí -propuse.

 

-¿Te acuerdas de él? -me preguntó Jonathan enarcando una ceja.

 

-Más o menos.

 

Saqué mi varita del pantalón y lo pronuncié parecido al conjuro que hice para volver aquí.

Nada.

Mi varita dejó de relucir y se apagó completamente. Intenté reanimarla agitándola por el aire, pero de nada sirvió.

 

-¿Qué pasa? -preguntó Christine.

 

-Mi varita no funciona, no me deja hacer el hechizo -contesté observando la varita, intentando descubrir porqué no podía.

 

-Déjanos intentarlo -dijo Jonathan.

 

Sacaron su varita y pronunciaron el conjuro tal y como yo lo había dicho. Sus varitas fueron perdiendo la pequeña luz que emitían hasta que se convirtieron en dos luces inexistentes.

 

-Creo saber que está pasando -deduje.

 

-¿Qué? -dijeron al unísono, mientras observaban sus varitas.

 

-En La Tierra no hay magia, no podemos conjurarla -dije. Me miraron un instante, después, volvieron a sus varitas-. Habrá que ir a algún sitio donde podamos comunicarnos con la magia para volver a Dahelya.

 

-¿Conoces algún sitio? -dijo Jonathan, apartándose ya de su varita.

 

-¡Oh, vamos! -espeté-. Yo vivo aquí al lado -dije señalando una urbanización algo alejada de la playa, pero que se veía a simple vista-. Podemos ir a un bosque que hay no muy lejos de aquí. Supongo que allí estará la cabaña de Jake, donde habrá más libros con hechizos donde podamos encontrar uno que nos devuelva a Dahelya.

 

-Perfecto -dijo Christine, que aún estaba sentada en la arena-. Esperemos que no te equivoques.

 

-No lo haré -dije mientras me sacudía la arena de la ropa-. El bosque más cercano a este está a unos doce kilómetros. Para cuando lleguemos serán las once de la noche si vamos a buen ritmo.

 

-No esperemos más, pues -contestó Jonathan.

 

Los tres comenzamos a andar por la orilla del mar hasta en dirección a donde se encontraba el bosque.

Suspiré. Espero no haberme equivocado...