Lo importante no es saber cuando podemos mirar a una persona a sus ojos, si no saber descubrir la magia que hay en ellos...

martes, 26 de marzo de 2013

Capítulo 16: Sorpresa en el parque

Jake se despertó. Miró através de la gran ventana que iluminaba el salón de la pequeña caseta. En la ventana había una ramita en la que estaba apoyado un pequeño pájaro, que cantaba una melodía sencilla y bonita. Jake se había quedado dormido en el sillón, pero no había señales de que hubiese ocurrido algo preocupante, por lo que Jake no se molestó en revisar si todo estaba en orden.


-¿Jake?


Jake se sobresaltó al oir la voz de Christine. Sonrió al ver que estaba bien, que no la había ocurrido nada cuando la recogió en el bosque, pues no se pudo fijar mucho, ya que estaba todo muy oscuro. Christine tenía su pelo rubio revuelto y llevaba puesta la misma ropa que llevaba cuando salieron de Bharerr a buscarle a él y a Klaynn; una blusa blanca, unos pantalones vaqueros, unas botas y un cinturón en el que llevaba enganchada su varita mágica. Sonrió ella también y se sentó a su lado.


-Buenos días Christine -dijo Jake intentando aparentar no estar preocupado. Sabía que hoy tendría que darles la noticia a ella y a Caroline-, ¿estás bien?


-Ignorando mi dolor de cabeza -dijo Christine, tocándose la frente como si eso fuese a hacer que ese dolor de cabeza suyo parase-, todo bien.


Jake sonrió y se fue a la cocina sin decir una palabra. Christine se quedó sola en el dalón y aprovechó para fijarse más en lo que había en él. Se fijó en las fotos que había encima de la gran estufa. Fue observando muchas de ellas hasta que encontró una que era bastante actual. Estaba Klaynn con una chica de más o menos la edad de Christine. Era pecosa, pelirroja y tenía unos enormes ojos azules grisáceos. Su melena rizada la tapaba uno de sus ojos.Jake entró sin avisar de nuevo en el salón, esta vez con una bebida de color rojo.


-¿Qué es esto? -dijo Christine mirando el líquido que había dentro del vaso.


-Es una mezcla de leche de calemn con unos frutos del bosque. Te ayudará a curar el dolor de cabeza.


Christine miró con entretenimiento la bebida, cuando miró de nuevo a Jake con una pregunta en la cabeza.


-¿Qué es un calemn?


-Es una especie de animal hervíboro que hay por esta zona de Dahelya, son parecidos a las vacas terrestres, pero aquí no son blancas y negras, son de un color indefinido, yo diría que son azules.


Christine volvió a mirar el líquido y se lo llevó a la nariz para olerlo. Olía bien, pero Christine no sabía decir a qué era a lo que olía exactamente. Christine se llevó el líquido a la boca. Cuando dio el primer trago, alejó el vaso de su boca.


-Quema mucho.


-Tómatelo así -insistió Jake-, si no, no hará efecto alguno.


Christine dio el segundo sorbito y así, sorbito a sorbito, se bebió todo. Acto seguido, un escalofrío recorrió todo su cuerpo, haciendo que un frío invernal entrase en su cuerpo.


-Tranquila, es lo que ocurre al tomarlo -tranquilizó Jake a Christine-. En un par de minutos estarás bien, sin dolor de cabeza.


Christine asintió, tiritando. Se acurrucó en el sillón y esperó a que se curase. Sin darse cuenta, en menos de dos minutos, ya no tenía frío ni la dolía la cabeza.


-Gracias Jake -dijo Christine levantándose del sillón.


-Te dije que funcionaría.


*     *     *     *     *     *


-¿Dónde estamos?


-En el bosque de Ghörem -explicó Kerya.


-¿Y qué hacemos aquí? -preguntó Jonathan.


-Escapar.


-¿De quién?


-De mi tío, es el jefe kerem, quiere conseguir a todos los terrestres de la profecía para absorver todos sus poderes. Tú eres uno de esos terrestres de los que habla la profecía, ¿no?


-Sí, lo soy. ¿Tú eres una kerem?


-Sí -contestó Kerya secamente.


Jonathan retrocedió dos pasos, pero Kerya le retuvo por el brazo.


-Jonathan, ya sé que te habrán dicho que no te acerques a nadie de nuestra especia, pero yo no soy como los demás kerems, yo tengo una parte maga, no tengo la necesidad de absorver poderes, como tienen la mayoría de los kerems.


-¿Hablas en serio? -preguntó Jonathan.


-Sí -contestó kerya insistentemente-. Yo no quiero ser un kerem, yo tan solo quiero ser una maga normal y corriente, como mi madre, o como mi abuelo, Klaynn.


Los ojos de Jonathan se iluminaron durante un instante.


-¿Has dicho Klaynn?


-Sí, es mi abuelo, de parte de mi madre.


-¡Klaynn es el que me recogió en la Tierra!


-¿En serio? -preguntó Kerya sin dar crédito a lo que oía-. ¡Es fántastico!


Jonathan asintió. Comenzaron a andar para intentar salir del bosque. Jonathan habló todo el rato de su vida en la Tierra y Kerya habló de su vida mientras había vivido con su tío, el jefe kerem. El mediodía se acercaba y les faltaba muy poco para llegar a un pequeño poblado de Ghörem en el que, extrañamente, no vivían ni magos oscuros ni kerems. Al llegar al poblado, se sentaron al pie de un árbol y Kerya se encogió sobre sí misma.


-¿Qué te pasa? -dijo Jonathan mirando a Kerya.


-Hace frío.


Jonathan rodeó a Kerya con un brazo y Kerya se apoyó en su hombro. Miró a Jonathan a sus preciosos ojos color chocolate y Jonathan la miró a ella también, a sus enormes ojos azules grisáceos.


-Jonathan...


-¿Qué?


Kerya no dijo nada. Se acercó a Jonathan y depositó un beso en sus labios. Jonathan abrió los ojos como platos y Kerya le rodeó con sus brazos el cuello, y Jonathan a Kerya la cintura con sus brazos mientras se dejaba llevar. Cuando Kerya se separó de Jonathan, se miraron durante un buen rato, Kerya con una chispa de luz en sus ojos, y Jonathan  sin dar crédito a lo que acababa de ocurrir.


-¿Qué... qué ha sido eso?


-Un beso -dijo Kerya aún con el brillo en los ojos-, ¿te ha gustado?


Jonathan asintió y la volvió a besar, esta vez tomando él el control. Enredó sus dedos en su melena pelirroja y la besó aún con más deseo, olvidándose por completo de lo que había alrededor.


*     *     *     *     *     *


Me desperté y escuché un murmullo en el salón. Me vestí, me cepillé mi pelo moreno y liso, me aseé y me dirigín al salón.


-Buenos días -dije sonriente.


-Buenos días Caroline -contestó Christine, con una sonrisa en la cara.


-¿Dónde está Jake? -pregunté.


-Está en la cocina, pero dentro de poco se irá al pueblo, tiene que comprar algunos ingredientes para la comida de hoy.


Asentí y me dirigí a la cocina. Cuando entré, le saludé con la mano.


-Hola Jake.


-Hola pequeña -me dijo dándome un pequeño abrazo.


-¿Puedo irme contigo al pueblo? Quiero estirar un poco las piernas.


-Claro, ve saliendo fuera. Ahora salgo yo.


Salí por la puerta y miré hacia arriba , el sol estaba en lo alto. Me giré y vi que Jake ya salía de casa. Le esperé y salimos hacia el pueblo. En cinco minutos ya habíamos llegado. Había cientos de puestos en la calle principal del pueblo. Giré la cabeza y vi un parque lleno de árboles y con varios bancos.


-Jake, estaré aquí. Cuando nos vayamos a casa vienes y me avisas.


-Vale, pero no te muevas de aquí, ¿de acuerdo pequeña?


Asentí sonriente y me fui corriendo hacia un árbol que estaba lleno de manzanas de un color rojo intenso. Cogí una que estaba en la parte baja del árbol y le di un mordisco. Estaba riquísima. Le iba a dar un segundo mordisco cuando de repente vi dos figuras (de las cuales una de ella me resultaba muy familiar) en un árbol unos metros más alejado del que yo había cogido la manzana. Me acerqué y me llevé la sorpresa de mi vida. Vi a Jonathan, con una chica. Me quedé mirando, viendo como se acercaban y se besaban entre sí. En ese momento, se me escapó un pequeño grito y, acto seguido, me puse la mano en la boca, temiendo que me hubiese oído. En efecto, me había oído, pues Jonathan se giró y me miró.


*     *     *     *     *     *


-Kerya -dijo Jonathan separándose de ella.


-¿Sí, Jonathan?


-Espérame aquí, ahora vengo.


Jonathan salió corriendo antes de que Kerya pudiese contestar.


*     *     *     *     *     *


Salí corriendo y me senté al pie del árbol del que había cogido la manzana. Miré la manzana y la intenté dar un mordisco, pero Jonathan me sobresaltó.


-Caroline yo...


-No hace falta que des explicaciones -dije cortante-, ya lo he visto todo.


-Pero no es lo que tú crees, todo esto ha sido un malentendido.


-¡Creía que yo te importaba! -comencé a gritar como una psicópata descosida. No soportaba la idea de ver a Jonathan con otra chica-. ¡Creía que tú y yo podíamos ser algo más que amigos! ¡Pero no podemos ser ni eso!


-Caroline, por favor, no es lo que parece, lo que has visto no lo explica todo, no significa nada.


-Entoncesm ¿quién era esa chica y qué hacía besándote?


-Yo no quería Caroline, lo siento mucho.


-¿Y por qué no te has apartado de ella?


Jonathan se quedó callado. Le lancé una mirada de desesperación y una lágrima rodó por mi mejilla.


-Es lo que me temía -dije con la voz quebrada, intentando que sonase firme-, no te importan ni lo más mínimo mis sentimientos.


En ese momento, la chica vino hacia nosotros.


-¿Quién es ella? -le preguntó Kerya a Jonathan.


Ya no aguanté más. Me giré y me fui andando hacia los puestos del mercadillo del pueblo. Vi a Jonathan como me seguía, pero no me detuve. Encontré a Jake en un puesto y corrío hacia él. Llegué y me puse a llorar mientras me abrazaba.


-¿Qué te pasa Caroline?


-Jonathan... una chica... el parque -dije sin poder decir una frase completa.


-Tranquila pequeña, ya he comprado todo lo que necesitaba, en casa me lo cuentas.


Nos fuimos hacia casa y en el camino, cuando ya salíamos del pueblo, nos encontramos con Jonathan y Kerya. Ninguno de los cuatro dijimos nada por el camino. Yo iba abrazada a Jake, y él me tenía cogida la mano para calmarme. Jonathan y Kerya se estaban mirando, pero no hicieron nada más. Llegamos a casa y fue Jake quien abrió la puerta. Entré la primera y me dirigí al salón. Me senté en un sillón, al lado de Christine.


-¿Qué te pasa? -me preguntó Christine al verme con los ojos húmedos.


No la contesté, me quedé mirando la puerta por la que había entrado.

domingo, 10 de marzo de 2013

Capítulo 15: La caseta de Klaynn

Indara se despertó de golpe. Se había quedado dormida, al igual que todos nosotros. Nos miró a todos por encima, para ver que estábamos sanos y salvos, pero se llevó una gran sorpresa. En el suelo solamente estaba Dylan aún dormido, con la espalda apoyada en un grueso tronco de árbol, y se habían despertado en un sitio completamente distinto en el que se habían quedado dormidos. Indara se levantó de un salto y se fue corriendo a despertar a Dylan.


-Dylan -dijo Indara cogiendo a Dylan por los hombros y moviéndole-, ¡Dylan despierta! ¡Caroline y Christine han desaparecido!


Dylan abrió los ojos como platos al oir a Indara. Se levantó rápidamente y miró a su alrededor, comprobando que lo que acababa de salir de la boca de Indara era cierto. Dylan lanzó una mirada de preocupación a Indara, la cual recibió de vuelta de parte de Indara.


-¿Dónde están? -exclamó Dylan, practicamente gritando-. ¿¡Dónde están Christine y Caroline!?


Indara le puso la mano en la boca a Dylan, obligándole a callarle.


-No grites tanto -susurró Indara-, aquí puede haber alguien mirándonos. Aquí los árboles tienen ojos, todo este bosque está lleno de espías mandados por los magos oscuros.


Dylan estaba sudando. Asintió con la cabeza rápidamente e Indara apartó la mano de su boca. Dió un paso hacia delante, pero Dylan la retuvo por el brazo.


-¿Tienes alguna idea de donde pueden estar? -dijo Dylan ya más calmado, pero aún se podía notar ese toque de nerviosismo en su voz.


-No lo sé -contestó Indara mirando al cielo. Se habían quedado dormidos alrededor de las nueve de la noche, y por el orden de las estrellas en el cielo, Indara podía deducir que ahora mismo sería la una de la mañana, aproximadamente-. Pero no creo que estén muy lejos, solo han pasado dos horas.


En Dahelya, el sistema horario no era el mismo que en la Tierra. No existían ni las once y doce de la mañana ni de la noche. En Dahelya, solo había veinte horas, por lo que el día era más corto. Avanzaron lentamente por el bosque. La varita de Indara iluminaba un poco la zona por donde caminaban.


-Agárrate a mi mano -dijo Indara ofreciéndole la mano a Dylan-, no quiero que te pierdas. Cualquier cosa puede arrastrarte con ella si no estás seguro.


Dylan cogió su mano sin dudarlo ni un momento. Sabía que Indara era una maga excelente, y que si iba aferrado a ella, tendría más posibilidades de salir de cualquier trampa de este bosque tan... oscuro.


*     *     *     *     *     *


Jake avanzaba ágilmente con una daga en la mano por el bosque. Cuando se encontraba a tan solo unos metros de la caseta de Klaynn, la guardó entró dentro. Cerró la puerta sigilosamente y pasó al salón. Estaba Klaynn encendiéndo la estufa para calentar la pequeña caseta de piedra que Klaynn construyó hace tiempo para vivir en ella.


-¿Ya han despertado? -preguntó Jake. Se sentó en un pequeño sillón que estaba al lado de la estufa.


-No... Aún no... -dijo Klaynn con voz ronca- Siguen dormidas...


Jake asintió y se fue a una habitación. Abrió la puerta lo más despacio que pudo, para no hacer ruido. Andó sigilosamente y destapó las sábanas de una de las camas de la habitación.


-Caroline -dijo en un susurro-, despierta...


Abrí lentamente los ojos, al ver a Jake, sonreí y me lancé a sus brazos.


-¡Jake! -dije abrazándole con fuerza-. ¿Dónde estamos?


-Ssssh -dijo abrazándome él también con fuerza-, no hables tan alto -dijo señalando a la otra cama-. Estamos en la caseta de Klaynn. Te encontramos a tí y a Christine dormidas en medio del bosque y no podía dejaros ahí solas. Os cogí y os traje aquí.


-Muchas gracias Jake -dije aún sin soltarme de él, y hablando en susurros-, pero... ¿dónde están Indara y Dylan?


-No lo sé -dijo con un tono de voz más apagado-, los estuve buscando pero no los encontré.


Me separé de Jake y me volví a tumbar en la cama, mirando a Jake a sus ojos verdes intensos. Me quedé un rato en silencio, pensativa, mientras me aferraba a la mano de Jake con fuerza, como si cuando le fuese a soltar me fuese a caer. El corazón me iba a mil por hora, se podían oir mis latidos por toda la habitación, o por lo menos, eso me parecía a mí.


-¿Quieres que te deje descansar un poco más? -dijo Jake levantándose.


-Por favor -contesté sonriendo, cansada.


-Bien -dijo dándome depositando un beso en mi frente-, descansa.


Cerré los ojos e intenté dormirme, pero no podía. Los latidos de mi corazón me rebotaban en la cabeza y estaba muy, muy nerviosa. Intentaba tranquilizarme, diciéndome a mí misma que si estaba Jake a mi lado, podía dar por hecho de que iba a estar segura, o por lo menos eso era lo que yo pensaba. Me acurruqué en la cama y me hice un ovillo, metiendo la cabeza entre las rodillas y rodeándome con las manos. Así conseguí dormirme...


*     *     *     *     *     *


-¿Se lo has dicho ya? -preguntó Klaynn cuando vio venir a Jake de la habitación.


-No, aún no -contestó Jake-. Quiero que, por lo menos, duerman una noche tranquila.


-Está bien... -habló Klaynn entre tosidos- Pero que no pase mucho tiempo... lo tienen que saber cuanto antes... ellos... se están acercando...


Jake afirmó con la cabeza y se volvió a acomodar en el sillón. Después, se puso la mano en la frente y suspiró.


-Creo que sería más acertado que fueses tú quien les dijese la noticia, tú eres quien sabe más del tema, ¿no crees?


Klaynn carraspeó y se dispuso a hablar.


-Vale pero... tú también deberás explicarles... qué deben de hacer cuando... -tosió fuertemente, tanto que retumbó por toda la habitación- cuando estén solas... Tienen que saber que no siempre vamos a poder... poder estar... a su lado...


La voz ronca de Klaynn cada vez iba siendo más apagada. Sus ojos de color miel ya no expresaban todo lo que él quería expresar. Klaynn era muy débil, era ya tan, tan viejo que hasta la magia se le iba de las manos.


-Creo que tú también deberías pasar una noche tranquila -dijo Jake ayudando a Klaynn a ponerse de pie-. Yo me quedaré en guardia esta noche.


Entre sus múltiples arrugas que cubrían su rostro, un pequeña sonrisa apareció entre estas.


-Muchas gracias Jake... eres muy amable...


Jake sonrió y le ayudó a andar hasta su habitación. Se tumbó en la cama y se quedó dormido en unos pocos segundos. Jake cerró la puerta lentamente y se volvió al salón. Se sentó junto a la hoguera y se quedó allí, esperando a que la noche fuese tranquila, y que no hubiese pasado nada cuando los rayos del sol de la mañana entrasen por la ventana del salón.