Lo importante no es saber cuando podemos mirar a una persona a sus ojos, si no saber descubrir la magia que hay en ellos...

viernes, 8 de febrero de 2013

Capítulo 14: El bosque de Ghörem

Indara caminaba firmemente delante nuestra mientras nosotros nos dirigíamos miradas incoherentes durante todo el camino. Yo llevaba casi todo el tiempo con la mirada perdida en las espesas copas de los árboles, de los cuáles nunca encontraba su fin por su inmensa altura. El ánimo de Indara caía un escalón más por cada paso que daba: primero, había pérdido a su hermano mayor, y por si eso fuese poco, también había perdido a Jonathan en el bosque de Ghörem, y actualmente la situación estaría difícil, pues en el bosque de Ghörem hay mil y un escondrijos, a los cuales es muy dificil acceder sin perderte. Me impresionaba que Indara no hubiese escogido continuar con la búsqueda de su hermano pero, ¿pondría en peligro a todos los habitantes de Dahelya? Sin Jonathan, la profecía estaría incompleta, y si Jonathan no está en ella, la profecía no se cumpliría y todos los magos de la luz caerían con la profecía al pozo de la maldad...


*     *     *     *     *     *


Abrió los ojos. Se encontraba adormilado en un lugar frío y húmedo. Estaba tumbado sobre una cama, donde el otro lado de esta estaba tan frío y vacío como la habitación en la que se había despertado. Se levantó de la cama, dolorido por sus múltiples golpes por todo el cuerpo. Miró a su alrededor y lo único que pudo ver fue la cama en la que había permanecido dormido durante un tiempo, una mesilla de noche con una pequeña lamparita que enmanaba una tenue luz a su alrededor y que iluminaba débilmente aquel cuarto, y una puerta. Él no podía esperar más.Tenía que salir de allí, aquel sitio le daba muy mala espina. Abrió lentamente la puerta y, para su desgracia, había alguien esperando al otro lado de ella. Llevaba una larga túnica que la llegaba hasta el suelo, con capucha (la cual llevaba puesta), que sólamente dejaba a la vista una nariz pequeña y unos labios hermosos y perfilados.


-Estaba esperando a que despertases, ha pasado ya un buen rato -dijo la encapuchada. Por su voz, él dedujo que se trataba de una mujer.


Tragó saliva y se armó de valor para hablar con la desconocida, pues aquella chica tenía un aire enigmático y misterioso a su alrededor.


-Siento haber tardado tanto -murmuró con un hilo de voz. Las palabras que pronunciaba se le trababan por los nervios que él sentía en este momento-. ¿Quién eres tú?


La mujer rió enigmáticamente. A continuación, se quitó la capucha y él pudo ver al fin su rostro. Sus ojos eran grises, con algunos toques azulados, y su larga melena rizada era pelirroja. Aquella chica era muy bella, mucho más que el resto de dahelyanos que había podido ver por el camino. Sus pecas en las mejillas la hacían aún más infantil, por lo que pudo deducir que aquella chica tendría unos 15 años.


-Yo soy Kerya -dijo tranquila y dulcemente-, soy la jefa del clan de las siete lunas. Tú deberías ser Jonathan, ¿estoy en lo cierto? -dijo mirando a Jonathan fijamente a los ojos.


Jonathan asintió con la cabeza torpemente. Sentía miedo, pánico por aquella chica de ojos grisáceos.


-Y -dijo Jonathan con la voz ya más tranquila y relajada, pero aún temblorosa-, ¿qué es este lugar?


Kerya lo miró misteriosamente y se mordió el labio inferior. Sin hacer caso a la pregunta de Jonathan, Kerya añadió algunas palabras.


-Sígueme -espetó sin responder a la pregunta que Jonathan había formulado.


-Pero qué es... -dijo Jonathan sin acabar la frase por completo, puesto que Kerya lo miró de nuevo seriamente a sus ojos color chocolate, haciendo que Jonathan se debilitara cada vez que sentía su mirada posada sobre él.


-Sígueme.


Jonathan asintió con la cabeza, siguiéndola por el largo pasadizo por el que caminaba Kerya. Aquel pasillo estaba iluminado por varias antorchas colgadas en las paredes del pasillo de aquel enorme castillo. Jonathan siguió a Kerya hasta que llegaron a una puerta de donde procedía una luz muy pequeña, pero que Jonathan ya había percibido.


-Entra aquí -dijo Kerya mostrando una pequeña sonrisa de la que cualquiera se fiaría de ella.


Jonathan asintió mientras Kerya abría la puerta con una llave de plata, sin darse cuenta de lo que iba a ocurrir a continuación, en cuanto Jonathan cruzase esa puerta tan misteriosa a la que Kerya, aquella chica de más o menos su edad, la había conducido, y que probablemente, desconociese el porqué.


*     *     *     *     *     *


Christine, Dylan y yo ya andábamos a duras penas por el césped del bosque, pero Indara era imparable. Al no poder caminar más, nos tiramos los tres al suelo, agotados.


-Por favor, Indara -dijo Dylan jadeando-, vamos a parar a descansar un poco, estamos muy cansados.


-¿Os preocupa más descansar que encontrar a Jonathan? -preguntó Indara mirándonos a los tres, cortante-. No debemos parar, debemos de encontrar a Jonathan, porque sin Jonathan, la profecía no se cumplirá, y si la profecía no se cumple, todos caeremos en el dominio de los magos oscuros que probablemente hayan secuestrado a Jonathan, y eso no debe ocurrir.


-Indara -dije yo sentada en el césped-, reconoce que tú también estas agotada del viaje, necesitamos descansar, sobre todo tú.


Indara negó con la cabeza, pero finalmente, suspiró y se tiró al césped.


-Sabéis qué -dijo suspirando-, tenéis razón. Pero si no encontramos a Jonathan, la situación tendrá consecuencias bastante graves, y no me gustaría que eso pasase.


Los cuatro nos tumbamos en el césped a descansar. Inconscientemente, los cuatro caímos en un profundo sueño, sin darnos cuenta de que ese era el mayor error que podíamos haber cometido en el bosque de Ghörem...

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