Lo importante no es saber cuando podemos mirar a una persona a sus ojos, si no saber descubrir la magia que hay en ellos...

sábado, 27 de abril de 2013

Capítulo 17: Escapada


-Caroline -insistió Christine, de nuevo-, ¿qué ha ocurrido en el pueblo?

-¡Nada! -contesté sin pensar-. Por favor, que nadie me diga nada ahora... No quiero saber nada de lo que pase, por lo menos por hoy.

-Caroline, ¿qué crees que podrías hacer? No creo que quedarse encerrada en una habitación el resto del día sea una idea muy coherente.

-¿Por qué no? No molestaré a nadie, ni os tendréis que preocupar por lo que haga. Yo estaré en la habitación, observando como pasan las horas de este horrible día.

-Si no me dices que te ha pasado no te dejaré irte ninguna parte. Caroline, tu sabes bien que yo puedo guardarte el secreto, si es que no quieres que nadie lo sepa.

-Que te lo diga Jonathan -suspiré-, supongo que él lo sabrá mejor.

Me levanté y caminé hasta la habitación, conteniendo las lágrimas en mis ojos. Cerré la puerta de un portazo y me quedé a oscuras. Al segundo comencé a llorar, pero las lágrimas no querían salir de mis ojos, al parecer ya me había desahogado por el camino, en silencio. Menos mal que no estaba en ese momento dispuesta para hablar, si lo hubiese estado, quien sabe lo que le habría soltado a Jonathan y a su querida ''amiguita''. Quizás en ese momento no hubiese sido capaz de hablar, aunque hubiese querido, pero ahora mismo supongo que sí que estaría lista para decirle cuatro cositas. No pensé en nada durante los siguiente diez minutos, estaba absorta en un mundo en el que mes atrás, en la playa, había intentado entrar. Estuve sin reaccionar durante esos diez minutos, diez minutos que me resultaron ser solo dos. Cuando volví a la realidad, me di cuenta que quedarse todo el día encerrada no era una opción muy sabia, pues ahora mismo necesitaba hablar con alguien, necesitaba desahogarme, y ese alguien yo ya tenía claro quiero iba a ser. Jonathan.

*     *     *     *     *     *

-¿Dónde estamos?

-No lo sé -dijo Indara, frotándose la sien-. Quizá deberíamos volver a casa, ni sabemos donde estamos.

-¿Y cómo vamos a volver?

-Teletransportándonos.

-¿Cómo? No sabemos ni qué dirección debemos de escoger.

-Eso da lo mismo, tan solo tenemos que saber donde la casa -en ese momento, Indara sacó su varita y comenzó a hablar en dahelyco, el idioma que se suele hablar en Dahelya.

En ese momento, una luz dorada descendió sobre Indara y la comenzó a elevar en el aire, lentamente. Indara le tendió la mano y Dylan se aferró a ella como si fuese su salvación, que en realidad, si que lo era.

*     *      *     *     *      *

Jonathan cruzó la puerta de la habitación y encendió la luz de la habitación. Hecho esto, me dirigió una mirada de disculpa, pero la mirada que yo le dirigía era fría e inexpresiva, una mirada que solo él había recibido de mi parte. Se sentó a mi lado y mis mejillas se encendieron, pero no quería que él lo notase. Yo quería mostrarme fría y enfadada, cosa que nunca había sido. Yo siempre me había mostrado feliz, pacifista y soñadora, no lo que quería mostrale a Jonathan que era en este preciso momento.

-Caroline, lo siento yo no...

-Cállate, no des explicaciones. Solo contesta a  unas preguntas -dije en tono seco y apagado.

-Claro, ¿qué... quieres que conteste?

-¿Quién era esa chica y qué hacía... -las palabras se me trababan al decir esa frase-... qué hacía besándote?

Jonathan suspiró y puso los ojos en blanco.

-Ella es Kerya,la nieta de Klaynn.

-¿Qué hacía besándote? -repetí.

Jonathan dudó un momento, pero después me miró.

-No quería hacerlo, yo tan sólo...

-Vende eso en otra parte -contesté sin mirarle a los ojos-, a mí eso no me vale. Jonathan, dame una explicación que me sirva o...

No acabé la frase, la puerta se abrió de golpe y apareció Jake tras ella.

-Chicos, no hay tiempo -dijo nervioso-. Nos tenemos que marchar, ya.

-¿Qué ocurre? -pregunté levantándome de golpe de la cama en la que estabamos sentados.

-Nos han encontrado.

-¿Quién? -pregunté aún más nerviosa. Ver a Jake así me ponía más nerviosa aún.- ¿Quién no ha encontrado?

-Los kerems. Vámosnos, ¡¡ya!!

Jonathan y yo nos miramos y salimos corriendo al salón, vimos a cuatro guardias. Tres de ellos eran fuertes y robustos, pero el otro era pequeño y delgado. Tenía una cara fina, de rasgos delicados; su nariz era puntiaguda, sus labios eran finos y rosados, tenía una barbilla pequeña en la que había una pequeña perilla. Aunque los otros tres guardias eran fuerte e impotentes, quizá fuese este último el que más me causaba temor. Puede que fuese el ''listo'', por así decirlo, con tan solamente verle, ya causaba un aire enigmático y temeroso.  


-No me hagáis perder el tiempo -dijo el hombre bajito-, todos sabemos que no saldréis de aquí sin ser llevados hasta Leggevan. Entregadnos a los terrestres y os dejaremos en paz.


Todos nos miramos entre nosotros. Jonathan, Christine y yo estábamos juntos y Jake a nuestra derecha. Los cuatro hombres estaban pendientes de Jake, Klaynn y Kerya. En ese momento, en mi cabeza brilló una idea. Comencé a retroceder hasta mi habitación. Afortunadamente, no se dieron cuenta de que me iba. Desde ya la puerta de mi habitación, llamé a Christine y a Jonathan y me siguieron. Los cuatro guardias no se dieron cuenta de que nos habíamos ido gracias a que estábamos detrás de un gran mueble que les tapaba la parte de la vista.
Llegamos hasta nuestra habitación y expliqué lo que íbamos a hacer.


-Bien -dije cerrando la puerta lentamente-, este es el plan. ¿Veis la ventana que hay allí?
Jonathan y Christine asintieron.


-Pues por allí hay que salir. Nos buscan a nosotros, eso está claro. Christine, saldrán tú primero, después Jonathan, y por último yo.


Los dos asintieron y comenzamos nuestro plan de huida. Christine consiguió salir por la pequeña ventana, y Jonathan también. Antes de salir, miré a mi alrededor por si había algo que nos serviría para durar un tiempo por el bosque, hasta que encontremos un pueblo lejos de este lugar. Vi una mochila pequeña. No lo dudé. La cogí sin importar lo que había dentro y salí por la ventana.


-¿Ya nos vamos? -preguntó Christine.


Respiré hondo dos veces y antes de responder, miré que había dentro de la bolsa que había cogido. Había una daga, un libro de hechizos y conjuros, un trozo de pan y una botella de agua. Creía que habría más comida dentro, pero no fue así.


-Sí, vámonos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario