Lo importante no es saber cuando podemos mirar a una persona a sus ojos, si no saber descubrir la magia que hay en ellos...

domingo, 6 de enero de 2013

Capítulo 12: Shyra Gayer

La luna y las estrellas cubrían el cielo nocturno de Dahelya y Christine aún no descansaba. Examinó la casa, rodeó el cerro, recorrió por enésima vez las calles estrechas de Bharerr, pero no encontró nada. Exhausta, Christine se sento en un banco, ya desesperada. Apoyó sus brazos sobre sus rodillas y lanzó un suspiro de agotamiento. De repente, una mano se posó sobre el hombro de Christine y esta, sobresaltada, se giró para ver de quién se trataba. Sonrío al ver que era Dylan y a su lado de acompañaba Jonathan. Estos rodearon el banco y se sentaron al lado de Christine.


-¿Estás bien? -la preguntó Jonathan- ¿Qué haces que no estás descansando a estas horas?


Christine se giró hacia Jonathan, que este tenía posada su mirada de color marrón sobre ella.


-Me he pasado todo este tiempo buscando a Indara y a Caroline -dijo apoyando su espalda en el banco-. No aparecen por ninguna parte, y tampoco aparece Jake. ¿Y qué hay de vosotros? ¿Vosotros tampoco descansáis?


Dylan y Jonathan ladearon la cabeza de un lado a otro.


-Klaynn no está en casa -dijo esta vez Dylan-. Le hemos buscado muchas veces pero no aparece por ningún lado. Nos contó que tenía unos asuntos pendientes con Jake, unos asuntos en el bosque de Ghörem.

 

Christine frunció el ceño. Había oído hablar de ese bosque, pero lo que sus oídos habían escuchado no era nada bueno. Christine se levantó del banco y de repente entendió todo. Indara y Caroline se habían ido en busca de Jake, pero ¿por qué Caroline también? Christine no lo sabía pero si tenía claro una cosa: iría en busca de Caroline y de Indara a aquel bosque, quería vivir su primera aventura en Dahelya, quería adentrarse a lo desconocido. La daba igual lo que hubiese en ese bosque, solo tenía claro una cosa: no dejaría escapar la oportunidad de indagar en el bosque de Ghörem.


-Chicos -dijo girándose hacia ellos dos-, me voy al bosque de Ghörem.


Dylan y Jonathan se asombraron. Christine se dirigió a paso ligero a la casa de Indara, donde cerró al puerta de golpe y empezó a preparar todas las mercancías para su viaje.


Fuera, Dylan y Jonathan se quedaron en silencio un buen rato, pero después, iniciaron una conversación.


-¿Crees que deberíamos ir con ella? -dijo Jonathan al fin.


-Por supuesto -contestó Dylan-. Christine cree que es muy independiente, pero se perderá enseguida. Deberíamos acompañarla, de paso también averiguamos que se traía Klaynn entre manos.



*     *     *     *     *     *



Me desperté, sobresaltada. Había tenido una pesadilla. Vi como Indara descansaba dulcemente apoyaba en el tronco del árbol, y decidí no molestarla. Saqué mi varita y moví las manos haciéndome levitar. Salté ligeramente desde el árbol y caí lentamente, aún con la varita en mi mano. Cuando llegué al suelo, realicé una bola de fuego en mi mano, para poder ver en aquella oscuridad que dominaba el bosque. La pequeña llama que encendí sobre mi mano me bastó para ver que a pocos metros de mí, se encontraba una sombra difuminada entre los árboles. Tragué saliva, en esos momentos, prefería haber continuado en mi pesadilla que haber bajado del árbol a explorar la zona. Me acerqué, lentamente, y me quedé a una prudente distancia de aquella sombra. Más de cerca, pude ver que era una persona y por sus rasgos físicos pude ver que era una mujer. La mujer se giró y me vió. En ese instante, pegué mi espalda al árbol más cercano y aquella chica vino hasta estar a menos de un metro de mí.


-¿Quién eres tú? -dijo la extraña. Clavó sus ojos morados en mí y en ese momento me estremecí. Me miró de arriba a abajo y luego añadió unas palabras-. ¿Y que hacías en este bosque?


Tragué saliva y la miré, intimidada por su mirada y por la daga que se escondía en su cinturón.


-Soy Caroline -dije con la voz temblorosa-, Caroline Morgan. Voy de viaje hacia el bosque de Ghörem -el miedo me paralizó por unos instantes, pero finalmente, me decanté por preguntar-. ¿Y quién eres tú?


Aquella chica esbozó una sonrisa y escupió una leve carcajada.


-¿Yo? -dijo. Su voz era cantarina y dulce, pero al mismo tiempo era misteriosa-. Yo soy Shyra Gayer, guerrera del clan élfico. Con que Caroline, ¿es así? Había oído hablar de tí, eres una terrestre de la profecía.


Iba a pronunciar palabra pero decidí no hacerlo. ¿Cómo me conocía? ¿Acaso era tan importante la profecía? Aún estaba muy perdida por este mundo mágico. Profecías, magia, guerreros...


-Sí, soy yo -dije yo más tranquila-. ¿Qué es el clan élfico?


Sus ojos morados resplandecieron por un instante. Después me miró y sonrió.


-El clan élfico es un grupo de elfos que luchan contra la hermandad de los guerreros de la noche. Los guerreros de la noche son el clan de los magos oscuros que se quieren apoderar de Dahelya, con la ayuda de sus aliados, los kerems -sonrió pícaramente y me clavó una mirada-. Creo que tú podrías acabar con ellos.


-¿Yo? -enarqué una ceja y después añadí:- No tengo casi conocimientos sobre magia, ahora mismo no serviría en una guerra mágica.


Shyra sonrió y negó con la cabeza.


-Eso me temía -dijo Shyra-, ¿vienes con tu maestra?


Asentí con la cabeza y acto seguido, miré al árbol donde Indara descansaba.


-Bien, os acompañaré en vuestro viaje, tengo unos asuntos pendientes en Ghörem -sonrió Shyra-, de paso me gustaría ver que secretos se esconden allí -levantó un dedo y me señaló a mí-. Mañana nos vemos aquí, partiremos junto a tu maestra.


Dicho esto, se giró y se fue por donde había venido, pero antes hablé.


-Pero, no creo que sea una buena idea, puede que... -callé, pues vi como la guerrera se giró y me fulminó con una mirada. Tragué saliva y asentí con la cabeza-. Vale, hasta mañana.


Shyra sonrió y continuó su camino. Después de esto, cerré la llama de mi mano y con mi varita, levité. Cuando llegué a la rama donde antes me había despertado, caminé hasta ella con cuidado de no despertar a Indara y me volví a dormir, como si no hubiese ocurrido nada...


*     *     *     *     *     *

 

Christine salió de la casa con una mochila colgada sobre su hombro derecho y andaba con paso firme. Llevaba la vista fija en el horizonte, donde se extendía el bosque de Moonlight, y tras él, el bosque de Ghörem. Fue a dar un paso, pero alguien la paró posando su mano en el hombro que la quedaba libre. Eran Dylan y Jonathan. Sonrió al verlos.


-Chicos -preguntó Christine-, ¿qué hacéis aquí?

 

-No dejaremos que vayas sola -dijo Dylan sonriendo-. Alguien te tenía que acompañar.

 

Christine sonrió a su vez y les abrazó a los dos, con fuerza.

 

-Gracias chicos -musitó Christine-, gracias por acompañarme.

 

Christine se separó de los dos y esta vez, habló Jonathan.

 

-No perdamos más tiempo -dijo Jonathan-, hay un largo camino hasta Ghörem.

 

Dicho esto, los tres jóvenes emprendieron el camino hacia el bosque de Ghörem...

 


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